jueves, 4 de mayo de 2017

NO SIEMPRE HE QUERIDO PINTAR

No recuerdo muy bien si de pequeña dibujaba o no. Supongo que como todos los niños: lápices de colores que te daban tus padres para tenerte entretenida un rato y que no los molestases.
En la época de mi niñez, difícilmente se fijaban los padres en las habilidades de los hijos para potenciarlas. Bastante tenían ellos con trabajar y trabajar, para “sacarnos adelante”.

Lo que sí recuerdo, en primero y segundo de bachiller, es a mis primeros profesores de dibujo. Se turnaban para impartir dibujo técnico y dibujo artístico. El técnico no me gustaba nada, tanta raya, tan complicado...
El artístico era otra cosa, aunque no exenta de complejidad.
Mis notas eran regularcillas en la materia, pero lo que realmente me enfadaba era ver cómo otras compañeras a las que el dibujo no les importaba nada, calcaban las láminas a través del cristal de la ventana y sus notas eran excelentes.

Creo que en ese momento fué cuando puse mayor empeño en el dibujo. Hacía láminas a todas horas, los difuminos, las gomas, el lápiz del nº 2... Lo complicado venía después, cuando había que repasar los dibujos con tinta y plumín... ¡puf! que horror. Cuando el dibujo había quedado perfecto, un borrón de tinta caía sobre el dibujo y vuelta a empezar.


Todavía conservo algunas de esas láminas. La manzana, la mujer con túnica, la botella... ¡Que tiempos aquellos!.
Los dibujos eran de este tipo. Este no es mío. Lo encontré por internet, sin nombre de autor.

Después del bachiller, pasaron dos o tres años hasta que empecé a tomarlo de nuevo en serio y bueno, hasta hoy, con parones circunstanciales, pero continuando en el camino. 

Si a vosotros os pasó igual o queréis contarme cómo empezásteis en la pintura o el dibujo, me gustaría que lo comentases por aquí.




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