¿Cómo sería la
vida sin anclajes?. Esos anclajes que nos empeñamos en crear los seres humanos
y que día a día nos hacen más esclavos de las circunstancias.
El primer
anclaje nos lo creamos pretendiendo ser los mejores en el trabajo, para ello
hipotecamos nuestro tiempo en pro de las empresas; no digo que no esté bien el
querer mejorar pero si ello se convierte en que tienes que ceder el 100% de tu
tiempo a ellas, ¿cuándo vives?
El segundo
anclaje viene cuando deseamos tener una casa más grande, un coche más potente,…
ahí nos hipotecamos hasta los 70 años, pensando que algún día podremos
disfrutar de todo ello, pero a lo mejor, ya es demasiado tarde.
¿Cuándo fue la
última vez que nos sentamos a disfrutar de un hermoso amanecer?.
¿Cuándo fue la
última vez que nos sentamos a conversar, no a discutir y a querer llevar razón,
no a sentarnos a rebatir lo que dicen los demás, sino a escuchar su opinión, a
conversar amablemente por el placer de conversar?
¿Cuándo fue la
última vez que salimos a pasear, disfrutando de la ciudad, mirando los
edificios como si fuese la primera vez?
Cuánto
disfrute nos dejamos en el camino por la competitividad y por el miedo a perder.
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